Cuando la enseñanza de las operaciones matemáticas, siempre que sea posible, se realiza planteando problemas que el estudiante pueda reconocer en el plano real; por ejemplo en su vida cotidiana; se facilita el proceso de apredizaje, ya que éste será capaz de ver la utilidad de estos conocimientos, dándole una justificación y finalidad al proceso de enseñanza. Así, cada vez que el estudiante se encuentre en situaciones donde deba aplicar estos conocimientos ( por ejemplo la compra de bienes y servicios), pondrá en práctica el proceso cognitivo para la resolución del problema y el metacognitivo en la elección de la mejor estrategia a seguir, en el seguimiento del proceso de cálculo y en la obtención de la solución.
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